lunes, 26 de octubre de 2009

Hoy quisiera,

Ver simplemente el curso de un río

Remontar su remanso tranquilo

salir de aquellas aguas profundas

Que convocan mi olvido.


 

Hoy quisiera,

Evocar el canto, a aquellos sones

De antaño que perdidos en cuerdas

Lloran su silencio prohibido.


 

Hoy quisiera,

Extender los brazos,

Alcanzarme simplemente a mi mismo,

Tocar mis profundas heridas

Y sentir

tal vez su dolor, tal vez su recuerdo.


 

Hoy quisiera tener la sonrisa del niño,

Sus manos de arcilla,

Su eterna mirada,

Su encanto profundo.


 

Hoy quisiera,

Empezar a saltar abismos,

Tirar mis piedras,

Retorcer mis espinas y

Limpiar mis fermentos.


 

Hoy quisiera...

Hoy...

Que sea hoy dios mío

De una vez y para siempre

Poder verme

En la vera oculta de aquel río

Y sentir ...


 

Que simplemente estoy vivo¡


 


 


 

 

Volveré a nacer

Les aseguro,

En un hogar sin techo,

ni paredes,

Será transparente, sin padres,

ni madres,

Tan solo podrá conbijarme,

en el hogar sin techo

sin padres ni madres

seré yo mismo

eternidad y olvido

seré yo sólo

pasión y castigo.

Pido perdón, a todos,

Por ser esta la muerte

Que he escogido,

Para siempre.


 

Perdón; por ser distinto,

por ostentar mi diferencia

en agonías letales y sublimes,

donde no he tenido, ni tendré,

ni se permite,

el espacio para mis reclamos ancestrales.


 

Perdón; por todo aquello

que he osado afirmar

en palabras con el contexto

irremediable del cúmulo

característico de mis contrasentidos.


 

Perdón; por escribir

en retazos, aquello

que puede cargar

en única cruz,

por única vez,

con brazos caídos.


 

Perdón por mis voces

que no han sabido

colmar el espacio

pequeño y soez

del muro social.


 

Perdón por medirlos

con la misma vara

que reniego,

porque centímetro a centímetro

marcó mi condena

en este infinito.


 

Perdón por no haber correspondido

aquellas oportunidades

que ustedes me han permitido

solo para despúes

levantar el dedo

y acusar.


 

Perdón, por ser el blanco

De mis propios dardos,

De mi carga irrebatible de pasiones

Perdón,

Por vivir esta y todas sus vidas,

Mañana, viviré la mía.

Vuelco mis ojos en el abismo

Y en su oscuridad - otrora centinela

de apesadumbrados dolores -

Escucho el clamor de las voces del tiempo,

Los tambores de mis propios latidos,

El torrente fluye caliente

Y me veo, tan simple,

Tan humano, tan amanecido,

Despertado, acabo de levantarme,

Fue acaso un sueño?

Donde quedó el ocaso de existencias,

sublimes y antagónicas,

donde esta la marca

de la hora de mi muerte,

busco mi ataúd y no lo encuentro,

donde están los cipreses que plante para mi entierro,

hay muchas preguntas para tanto vacío,

y sobran las respuestas,

para tanta vida encontrada,

en tan simple existencia,

en esta vida,

en esta toda mi vida¡


 

Estoy lastimado

situado en el lado

ausente de presencias,

sinónimo inequívoco de soledad,

que sintetiza la ausencia

que dia a dia compartimos.


 

No es ausencia lo que quise dar,

Lo que quise recibir,

Escribo entonces,

Con letras de sangre,

Tu ausencia dolorosa,

Que es presencia,


 

Me lastima, mucho

la situación

de no poder verlos,

sinónimo inequívoco de soledad,

sintetiza presencia

en aquellos momentos

que solo tenemos a la

ausencia para compartirlos .


 

Compartamos entonces

La presencia de la ausencia,

Y con las sonrisas imaginadas,

Armemos la constelación armoniosa

De felicidad y olvido,

De dolor y encanto.

Es muy difícil,

decir adiós;

cuando el sol aún

brilla en el horizonte.

La despedida,

Siempre tiene sabor de tardecita,

De noche cubierta de estrellas,

Sillages,

Pero esta vez,

Te digo adiós en la mañana,

En las tardes y en la noche,

Te digo Adiós todos los días de mi vida,

Y mi despedida,

Es como el eco de campanas,

Que tañen por un muerto.

Te digo adiós,

Para toda mi vida

Y por toda mi muerte.

Encontré tus aguas

cargadas y turbulentas

en el diseño remanso

de un puro albedrío.


 

Cargué tus vacíos

llene tus impuros

y triste baje la cabeza

cuando vi que estabas

cruzando la senda,

conduje entonces

toda mi vida

a un único unisono,

al única canto,

la única gloria,

la sola verdad.

En el observatorio

de la soledad

has estado,

sin mas compañía

que tus tormentos,

esa contrapartida de tu vida

jamás imaginable

de un mundo interior adverso

que trae culpa,

sin segunda oportunidad,

y te regala los colores

de la venganza,

te invita a perderte en sus laberintos,

te habla de honor

y de dignidad.


 

Te permite, descubrir sus esquinas,

Ahogar tus sueños,

En amplitud de visión,

En un idealismo subrayado,

En la vuelta de la mirada,

En la cabeza cabizbaja,

En las manos cerradas,

En los brazos cruzados.


 

Descubre su encanto,

De diferencias en común,

Y en el tiempo prestado de

Pagarés en blanco que se vuelven contra uno,

Te levantarás,

No reirás, pero

Sabrás que el mundo,

Abrió sus entrañas para cobijarte.


 


 


 


 


 


 


 

El hombre de sombríos atardeceres,

Extendió los brazos y abrió las manos,

Decidió pararse y caminar,

Sintió el crujido de sus huesos al levantarse,

Hasta hoy había muerto, subyacía a la intemperie

Y cantaba en la lluvia, estrofas mojadas,

Versos recónditos, hacían su plegaria,

Sucumbía en los atardeceres

Y moría en las auroras, con el canto de la espesura

Con las voces del antaño

Que cubrían como musgo

Su solitaria existencia.


 

No hablaba de esperanza,

Estaba anclado al pasado,

Con cadenas y grilletes,

De raíces seculares,

En un sendero no transitado,

En sueños jamás contados,

En lágrimas nunca lloradas,

En muertes nunca enterradas,

En simientes de espanto,

Trazó su futuro

Y el futuro volvía, una y otra vez

A reclamar su destino,

Inmóvil lo esperaba cada tarde,

Atardecido se alejaba,

Sin poder ver,

que en cada regreso,

una parte suya desmembraba y recorría

una parte suya

cantaba, lloraba,

pedía, imploraba, caminaba,

una parte cada día,

hasta que hoy,

un todo completo se puso a mirar

que estaba aturdidamente

vivo.

En el dolor

En el desparramo de una

lágrima

en la evocación del

amor y

del olvido

de aquello que me

permite seguir amando

te perdono

porque

a pesar del dolor

a pesar del llanto

es más grande mi amor

y te perdono mi amor

por amarte tanto aún

en aquel letargo

inconmensurable de tu venganza.

El canto melodioso

de tu espera

evoca un momento pasado

en que esperarte era melodía,

ahora,

el canto melodioso es tu ausencia

y esperarte, los sones de fuego

del coro del infierno.

Donde esta mi risa, donde quedo mi canto,

Donde …

Donde esta el susurro del viento que acompañaba

Y levantaba mis mil estrofas cantadas.

Donde esta mi alegría que al rojo vivo

Se esparcía en todos

Donde esta mi sangre, detenida en ostracismos oscuros

De prohibiciones y letargos,

Donde están mis niños, aquellos que regaron con su vida

Mi vida,

Donde están mis ojos que disfrutaban

Del verde prado y no veian las cruces,

De este tiempo enterrado, sepultado y muerto.

Donde esta mi cielo,

Mi firmamento

Donde quedaron los colores de mi aurora,

Donde están mis manos extendidas y abiertas,

Donde …

Donde esta el aquí y el ahora,

El presente que clava y sangra,

Que se adormece en letania

Preguntando siempre

Donde

Donde, es escuchar la respuesta del eco perpetuo

Que repite,

Como tañido de campanas

La hora de sus muertos.


 

Cuanto daríamos en

Un solo instante de unísono albedrío,

Cuanto reflejamos de sonido

Para extrapolar consientes

Un sinnúmero de sensaciones

Acabados transeúntes,

Hamacados en armonía

Ancestral de peligrosos

Letargos compartidos.


 

Cuanto cuesta aquello que

A nosotros nos cuesta la risa

la palabra precisa,

y un espacio permitido

para el único lamento.


 

Cuanto somos entonces,

Si al mirar convertidos

Nuestras perplejas manos se abren

Fluyen el canto, la magia

Mientras...

acurrucadas semillas

Germinan el espacio

Etéreo y compartido

De nuestra sola existencia.

Cuanto cuesta un poco de las migajas acostumbradas de olvido?

Cuanto cuesta el dolor punzante de la cruel letanía?

Cuanto duele el abismo infinito de la mendicidad?

Cuanto nos alejamos en palabrerío inútil?

Cuanta soledad es la que compartimos?

Cuantas lágrimas ya salieron de nosotros?

Como es la tarde en este letargo de agonías?

Cuantos, cuanto, como, acaso simples interrogantes

o tal vez aquel sinónimo simbólico de lo que cantamos

en este presente rebosante de hipocresía.

Cuantas veces

Vamos a armar la misma canoa

Para que cambiar,

Si es el mismo río

Ya navegado.

Cuando escucho tu plegaria nocturna

Multiplicarse en riquezas inconcebibles,

La partida no existe,

pues el regreso queda sumergido

en las cuentas del rosario

dibujando un cadencioso

concepto de letargo.


 

Tus fauces abiertas descubren

tus solas protestas,

En perfecto unísono

Cual llagas de antaño

Completas el clamor

En vivo.


 

El sonido de tus ecos

Adquiere esa inmensidad característica

De un sinnúmero de vidas pasadas

Acaso poseen

pequeños cinceles

que hacen a tu geometría

En el rincón acabado

Y marcado

De un certero poeta.


 

Tus sinónimos decidieron

Confinar sus días en lo eterno

En aquel incansable y contagioso afan

De permisivas condolencias.


 

Tu desdén sublime
de verdad rebelde

Es eterno tormento

En el oleaje

De naves maestras.


 

Pasiones condecoradas

Renglones,

convergen tu misterio

condecoran,

En etéreo éxtasis

De soledad perfecta.


 

Tus voces,

También hablan de un canto nuevo

Perpetúan tus soles

Aquella mezcla de rebelión y pasión

Juntas,

Tejen tu telaraña de albedrío

Puro y mortal,

Tejen la urdimbre

En prosa y en verso

y señalan,

el simple,

amanecer.


 

Cuando escuches

A un quejumbroso latido

Invadir tu ser y que apenas

Puedes palpitar,

Será el instante.


 

Entonces;

cuando por un beso

seas capaz de dar la vida,

y cuando el tormento social

siga escondido en tus bolsillos,

será ahí,

sólo ahí,

el instante de tu vida y

la hora de tu muerte.

02/03/00

Con que se llenan esas

letales horas de hastío,

esas sinuosas esperas

del amargo minuto.


 

Como se llena el espacio

Que dejó tu sonrisa,

Dando vueltas,

En el recoveco de mis memorias,

Sin poder tocarlas,

Ya jamás.


 

Como se llena,

El agua que se ha perdido,

El beso no saciado,

El tiempo no llegado

El bosquejo de libertad,

Jamás dibujado.

Amanece,

Su luz nos invade, irremediable

De que sirve tener luz

De petalos cálidos y envolventes

De despliegues incandescentes.


 

De que sirve a los pobres

Aquellos envueltos regalos

Que significa navidad,

Hasta que llegue el frío,

La paz.


 

Anochece,

Y es la noche fría y aletargada

Sumida en oscuro y pendencioso plan

De acabar hundido,

Fundido,

En las auras de la blanca luz.


 

Y al hundirnos,

Cambiamos las máscaras

Y aparece la del solidario,

De que sirve,

Si a cada rato del asfalto negro y sordido,

Carente de conciencias,

Aparecen y se reproducen.


 

Basta,

Ahora, es el momento

De respuestas,

Al dolor de un pueblo.


 

En el llanto del niño,

Esbozamos la necesidad básica

De un contacto reflejo de acercarnos,

Aislar las pesadillas.


 

Es el momento del canto nuevo,

no preguntemos si acaso sirve,

dejémoslo pertenecer

a tan solo un poco

de nosotros

y podremos vivir,

tal vez,

desenmascarados.

Acaso saldrán de tu boca,

Las palabras soñadas,

Acaso el sueño

Es misterio acabado,

De una verdad oculta y transigente

Que unida

Nos reparte en sus raudales cotidianos.


 

Y entre tanto sueño alborotado,

Recojo el fuego,

Que dejan las estelas

Y entre el canto del mudo

y el llanto del ciego

Encuentro mi vida.


 

Vuelco entonces

Mis arrebatos de efímero duende

Encontrando en las pausas

Tendencias proclives

a converger al olvido

y evocar en profundo

incesante y único momento

por siempre perpetuo,

El sueño, de las voces cantadas,

De las frases dichas,

De la mano extendida,

Del sonido de las carcajadas,

Del paréntesis, que volvio del horror

Y mañana,

Cuando el canto sea la estrofa permitida

Simple y sentida,

Felicidad.

Acabo de culminar;

Y la mismisima actualidad

grava sus sones

y cubre con su tela

las máscaras que nos rodean.


 

Vuelvo del regreso aquel

que impuso el olvido

y disfrutan en mi

los olores del gentío.


 

Vuelvo eclosionado,

abruptos y sensaciones

vuelvo los sones

y desgarro la tela.


 

Incursiono y encuentro

tras la muda visión

del espanto del exilio,

tu camino lejano

e intransitable;

que único y

perpetuo,

se descubre

y me invita a caminarlo.

A quien?


 

Solita quedarás

en tu mundo

ahogada por siempre

en los jugos de tu propia letrina,

nauseabunda será tu fosa

morirás de espanto de ti misma

quedarás con los ojos abiertos

y la boca torcida,

tu lengua, quedará atrapada

entre tus propios dientes,

tus manos estarán atadas

por tus propias redes,

tus piernas estarán quietas

atrapadas en tu fango,

y así quedarás perpetua,

vivirás despues de la muerte

y tu cuerpo quedará intacto,

apenas te tocará el sello de lo inerte,

y cada día de tu muerte,

visitaré tu entorno,

para asegurarme,

que nada turbe tu descanso

en el horror

de tu proxima vida.

Como insano apestable

Relleno los renglones

Con las frases que intentan

Encontrar

Los limites suficientes

A tanta congoja, a tanto albedrío,

A tanto significado inútil y desvariado,

Desparramado,

Sin sentido,

Pues dentro de tanta conjugación del equívoco

En la única verdad,

El único son que canta mi canto

Y que toca mi marcha,

Mi muerte.