lunes, 26 de octubre de 2009

Cuanto daríamos en

Un solo instante de unísono albedrío,

Cuanto reflejamos de sonido

Para extrapolar consientes

Un sinnúmero de sensaciones

Acabados transeúntes,

Hamacados en armonía

Ancestral de peligrosos

Letargos compartidos.


 

Cuanto cuesta aquello que

A nosotros nos cuesta la risa

la palabra precisa,

y un espacio permitido

para el único lamento.


 

Cuanto somos entonces,

Si al mirar convertidos

Nuestras perplejas manos se abren

Fluyen el canto, la magia

Mientras...

acurrucadas semillas

Germinan el espacio

Etéreo y compartido

De nuestra sola existencia.

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