miércoles, 6 de enero de 2010

Mis piedras.

Camino despacio,

Mirando hacia abajo para ver las piedras,

Ya no las toco,

Ya no juego con ellas,

Sus filosos bordes

han dejado en mi sus cicatrices,

algunas parecen suaves,

pero son mi mortaja,

las brillantes son absoluta muerte,

las cuadradas, las redondas, las ovales,

la geometría del tormento,

no sirven para armar collares,

pues se convierten en cadenas

no podemos lanzarlas al infinito,

pues resquebrajan el horizonte,

algunas se enredan bajo mis pies,

y me someten al abismo,

otras chocan y parecen cantar,

el llanto mustio del olvido,

nos guiñan con sus ojos ígneos,

petrifican nuestras almas,

sedimentan nuestra sangre

y nos hacen parte

de su calcáreo paisaje.

Ahora las esquivo, ya no las cuento,

Ya no tropiezo con ellas,

Ya no bordeo sus abismos.

Hoy, ahora camino lento,

Para no pisarlas y cada vez están más distantes

Y puedo levantar la cabeza

Ver las estrellas,

Canto, escucho mi plegaria nocturna

Y bailo al compás de la luna,

Y otras veces como ahora

Simplemente rio y disfruto estar vivo,

Saltando en las aguas pedreras,

Disfrutando el tránsito y la distancia

del camino recorrido.