martes, 13 de octubre de 2009

Cuando vayas…

Cuando ya no estés,

Repicará tu ausencia

Un efímero canto,

Bosquejos palpables

Escudriñarán tu entorno

Susurros y alientos

Llenarán tu espacio.


 

Cuando ya no estés,

Cuando digan que te has marchado

Que te fuiste

Que ya no volverás,

Luciérnagas de antaño

Lloverá tu rostro,

Tus manos

Harán elegía y en el universo

Colgarán tus lágrimas

En eterno recuerdo.


 

Cuando ya no estés,

Recordaremos aquel verso

Que nunca fue escrito

Cantarán nuestras voces

El canto nuevo del tiempo perdido

Encontrarán los sones

Un único espacio

Otrora prohibido.


 

Cuando ya no estés

Recordaré por siempre

El momento de tu llegada

Y en aquel instante

Volverás a cada rato

Y ya no podrás irte

Pues mis manos encontrarán

Tus destellos divinos

Y sabrán

Que hoy no te has ido

Tus soles están encaramados

En los recovecos de nosotros mismos

Y cuando despierte

Sabré reconocer

La hora de tu llegada

El momento de tu mirada

El encuentro divino de tu geometría.


 

Cuando vuelvas,

No olvides cantar

Que te quiero escuchar,

No pronuncies mi nombre

Estalla simplemente en luces

Y yo sabré

De una vez y para siempre

Que ahí estas, que estuviste

Tan simple y completa...

Como perpetua.

.


 


 


 

Metamorfosis

Evoco, al ayer,

Al instante en que juntos vimos y vivimos,

La distancia, el encierro, los golpes certeros y

Una madrugada.


 

Evoco, las risas, el llanto, la lluvia,

El unísono de nuestros pensamientos

Los recovecos compartidos de angustia,

Lo trémulo de un amor.


 

Evoco, las palabras, tu canto, mis sones

Tu diccionario de elegías, poesía,

El caudal sempiterno de tus frases al viento

El nudo antagónico de nuestras desazones.


 

Evoco, el sudor nuestro,

Tu manto de caricias,

Tus labios, tu boca,

Tu cuerpo, tus palabras

y tus pétalos de rocío.


 

Y un día,

en resplandeciente filo del acero,

Fuimos acaso cortados y despedazados,

La metamorfosis

toco el umbral divino de nuestros puertos.


 

Allí anclamos, en ocaso quedamos varados,

El horror y el desespero nos cantaba a latigazos

Los silbidos de sus golpes,

Certeros nos clavaban y en profundo pesar

En frenesí de odio

Empezamos uno a uno a destruirnos.


 

Tus golpes despedazaban cada terruño de mi alma,

Mi ser, tu única meta,

mi dignidad, colgada de tu urdimbre

Tejida con mi sangre, saciada con mi vida,

Mi yo todo en tus fauces,

Relamiendo el sudor de tu victoria.

 

Mis golpes,

Pasajeros del extraño sendero del terror,

Iban, fluían como torrente de sangre,

Estaban dentro, y para adentro martillaban.

Entretejido de dolor y enredo

Evoco nuestra metamorfosis, y no te reconozco

No eras tú, no era yo,

Quienes somos entonces?

Acaso,

simples pasajeros del tortuoso sendero,

Labriegos de epitafios con ruego y esmero,

Compañeros del dolor,

vampiros de nuestra propia sangre,

Protagonistas del cambio verdadero?

Crueles sepultureros,

O tal vez, mudos testigos

De aquellos desesperados

desaparecidos.