martes, 13 de octubre de 2009

Metamorfosis

Evoco, al ayer,

Al instante en que juntos vimos y vivimos,

La distancia, el encierro, los golpes certeros y

Una madrugada.


 

Evoco, las risas, el llanto, la lluvia,

El unísono de nuestros pensamientos

Los recovecos compartidos de angustia,

Lo trémulo de un amor.


 

Evoco, las palabras, tu canto, mis sones

Tu diccionario de elegías, poesía,

El caudal sempiterno de tus frases al viento

El nudo antagónico de nuestras desazones.


 

Evoco, el sudor nuestro,

Tu manto de caricias,

Tus labios, tu boca,

Tu cuerpo, tus palabras

y tus pétalos de rocío.


 

Y un día,

en resplandeciente filo del acero,

Fuimos acaso cortados y despedazados,

La metamorfosis

toco el umbral divino de nuestros puertos.


 

Allí anclamos, en ocaso quedamos varados,

El horror y el desespero nos cantaba a latigazos

Los silbidos de sus golpes,

Certeros nos clavaban y en profundo pesar

En frenesí de odio

Empezamos uno a uno a destruirnos.


 

Tus golpes despedazaban cada terruño de mi alma,

Mi ser, tu única meta,

mi dignidad, colgada de tu urdimbre

Tejida con mi sangre, saciada con mi vida,

Mi yo todo en tus fauces,

Relamiendo el sudor de tu victoria.

 

Mis golpes,

Pasajeros del extraño sendero del terror,

Iban, fluían como torrente de sangre,

Estaban dentro, y para adentro martillaban.

Entretejido de dolor y enredo

Evoco nuestra metamorfosis, y no te reconozco

No eras tú, no era yo,

Quienes somos entonces?

Acaso,

simples pasajeros del tortuoso sendero,

Labriegos de epitafios con ruego y esmero,

Compañeros del dolor,

vampiros de nuestra propia sangre,

Protagonistas del cambio verdadero?

Crueles sepultureros,

O tal vez, mudos testigos

De aquellos desesperados

desaparecidos.


 


 


 

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