Han vuelto nos preguntamos?
Han volvido nos respondemos,
Los que están…
No merecen la gloria
De la perfección del verbo conugado!
Perduran el sol,
Mis lágrimas,
Tu ausencia de cada día,
La noche siniestra,
Que oculta tu ausencia,
en sudores extraños,
en bocas que no conozco
y en besos que no siento.
Perdura el filo del acero,
Que corta mis estropajos,
Que hiere y clava
Todo en mi.
Y entre el brillo del acero,
Y El filo de su deseo,
Te corto,
te canto,
Te parto,
Te lloro
Te tengo,
Te dejo,
Recojo mis escombros
Y perduro…
Perduro en agonías,
En la ilusión que me trae el algún dia
En esa esperanza,
Que ya no quiero destruir,
Y es tan solo mia!
Repiten mis pensamientos,
La incógnita del amor,
El acertijo de no amarte
El laberinto del escape
La duda del tal vez
Buco palabras,
Invento caricias,
Te sufro sin sentirte
Te lloro en alegría,
Te canto en mis penas,
Y en el instante final,
Imploro amarte,
Con ruego y esmero
Construyo mi alma
con tu nombre
Y vuelvo a caer
Vuelvo al desespero
Vuelvo y retorno
Y aún no consigo amarte,
No consigo soñarte,
Pero tampoco
Quisiera olvidarte!
Veanlos!
Esconden las manos,
No las levantan,
Sus victorias la cantan,
A escondidas en un banco,
Condecoran sus renglones,
Injusticias y turbia sangre,
Cuando menos un llanto,
Cuando menos un canto.
Son tejido de varias lanas,
Y de la misma majada,
De aquella que escapó impune,
Y que compró nuestras almas.
Sus víctimas,
en terapia demencial,
En regocijo de esclavos,
Aclaman en alto,
Y el aroma del muerto
Confunde su espanto.
El hedor en pleno es multitud
Allá van los asesinos
Con nuestro sueldo,
Disfrutan impunes
Un sistema perverso.
Y en terapia de víctimas,
Se planea borrarlos,
Como engendros enajenados
Jamás podrán ser desaparecidos.
Y entre los horrores y los errores,
El hedor mortal,
Levanta las manos y aclama!
En grito frenético,
El nombre del epitafio!