lunes, 26 de octubre de 2009

Cuando escucho tu plegaria nocturna

Multiplicarse en riquezas inconcebibles,

La partida no existe,

pues el regreso queda sumergido

en las cuentas del rosario

dibujando un cadencioso

concepto de letargo.


 

Tus fauces abiertas descubren

tus solas protestas,

En perfecto unísono

Cual llagas de antaño

Completas el clamor

En vivo.


 

El sonido de tus ecos

Adquiere esa inmensidad característica

De un sinnúmero de vidas pasadas

Acaso poseen

pequeños cinceles

que hacen a tu geometría

En el rincón acabado

Y marcado

De un certero poeta.


 

Tus sinónimos decidieron

Confinar sus días en lo eterno

En aquel incansable y contagioso afan

De permisivas condolencias.


 

Tu desdén sublime
de verdad rebelde

Es eterno tormento

En el oleaje

De naves maestras.


 

Pasiones condecoradas

Renglones,

convergen tu misterio

condecoran,

En etéreo éxtasis

De soledad perfecta.


 

Tus voces,

También hablan de un canto nuevo

Perpetúan tus soles

Aquella mezcla de rebelión y pasión

Juntas,

Tejen tu telaraña de albedrío

Puro y mortal,

Tejen la urdimbre

En prosa y en verso

y señalan,

el simple,

amanecer.

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