Vuelvo siempre todas la tardes

Vuelvo siempre todas las tardes,
Con la lluvia y el viento a mis espaldas,
Camino solemne –transito- en el sendero marcado
Con el surco de mis alas
Mis manos tocan la tierra y se agarran de ella
Mis dedos van echando raíces
Son mis clamores atajando el terruño
Y en perfecta fotografía,
Sostengo mi lamento de marioneta
Inmóvil,
Eterno y perdurable.

Vuelvo siempre, sígueme,
no quedes en el olvido
tan solo debes seguir las llagas de mis pies cansados
en la profusa tierra con mi propia sangre,
mis alas, mis pies, arrastran eternamente en el mismo sentido
Todo lo que puede llevar, dejando al borde del camino
La hojarasca de sueños que vivo
levanta un vuelo pequeño,
con el polvo y el viento,
En el camino atardecido.

Vuelvo siempre todas las tardes,
Me quedo hasta contar las últimas estrellas
Esperando acaso que vuelvas,
Junto las flores, cuento las mariposas,
Armo con lo que puedo el altar de tus sueños,
Te evoco en lo magnífico del silencio,
Hablo, te comparto con el unísono estelar
Y el eco, de tu presencia…
también el eco atardece en el horizonte con
El rojo enfurecido de mi ocaso atardecido.

Vuelvo siempre, junto mis manos
Y en plegaria recóndita, cierro los ojos
Y levanto la mirada para encontrarte,
Vuelves y me rodeas con tu primavera
Me sellas con tu alma,
Me das, me tienes, me cobijas
Para después,
Abrir los ojos y dejarme volver
Esta y todas las tardes,
Pues cada tarde es única, cada sol que se aleja
Me permite volver siempre lejano y crepúsculo
Completo,
Cada atardecer.