A Federico Mateo,
Mi hijo, mi sueño.
Y en la tarde de todas mis tardes,
De toda mi vida,
Anunciaste tu llegada.
En sinfonía estelar
Colmaron las estrellas, sus luces
Y mi tarde atardecida
Floreció en curvas de campos,
Llanuras y colinas,
Transeúntes senderos, esperados rumbos
Y precisos destinos.
Te esperé, acurrucado,
sentado en la esquina de mis temblores
en frente a mis miedos y desenfrenos.
Perpetuado en soledades,
Te esperé, pasaban las aguas,
Caminaba en los charcos,
Sudaban mis manos por miedo a tocarte,
Lloraban mis ojos por miedo a soñarte.
Y en algarabía de un día,
Llegaste, lloraste
Y también lloró mi ser
Te moje con mis lágrimas y te sude con mis manos,
Te acurrucó mi aliento
Y te guardé en mi pecho.
Me cobijaste en el principio
Al abrir los ojos sonreíste
Y mis ojos en sollozo
Contuvieron el aliento,
Y yo, tan simple y complejo
Abrí mis brazos
Y en elegía de ancestral ritual,
Te alcé profundo
Y te levanté al universo
Y me dispuse
En esto que llaman vida
Simplemente a cantarte
Tan solo disfrutarte.
Llegaste, te esperaba,
Fuiste fiel a tu promesa
Y aquí estas,
Con tañido de campanas,
Con el viento y la lluvia,
Con tu risa,
Con tu vida que es la mía
Y que me dio
El sentido único de esperanza
Para cantar mis voces mudas al tiempo,
Mi silencio ahogado,
Mi frenesí de amor
Mi orgullo, mi sueño,
Mi cielo encantado,
Mis peldaños de libertad,
Por eso te esperaba y ahora que llegaste,
Es mi ausencia quien te disfruta
y mi mundo de sombras que te grita
y mi corazón que late tu nombre
y mi sangre que fluye por tus venas
y yo
y mi ausencia
y mi olvido,
soy yo quien falta,
soy yo,
Quien no está contigo,
Quien aún no ha llegado.
13-08-09
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