Veanlos!
Esconden las manos,
No las levantan,
Sus victorias la cantan,
A escondidas en un banco,
Condecoran sus renglones,
Injusticias y turbia sangre,
Cuando menos un llanto,
Cuando menos un canto.
Son tejido de varias lanas,
Y de la misma majada,
De aquella que escapó impune,
Y que compró nuestras almas.
Sus víctimas,
en terapia demencial,
En regocijo de esclavos,
Aclaman en alto,
Y el aroma del muerto
Confunde su espanto.
El hedor en pleno es multitud
Allá van los asesinos
Con nuestro sueldo,
Disfrutan impunes
Un sistema perverso.
Y en terapia de víctimas,
Se planea borrarlos,
Como engendros enajenados
Jamás podrán ser desaparecidos.
Y entre los horrores y los errores,
El hedor mortal,
Levanta las manos y aclama!
En grito frenético,
El nombre del epitafio!
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